viernes, octubre 27, 2006

Pesadilla Maracucha


Hoy es una de esas tardes agradables cuando el tráfico es insoportable y las personas se amontonan en los autobuses abarrotándolos como sardina en lata. Por suerte tome un puesto que se encontraba libre, pero tuve más suerte al sentarme justo al lado de un padre y su pequeño hijo maracucho. Suena un celular con sonido polifónico de la gaita onomatopéyica. Padre Maracucho: - ¡¿Aló?! ¡¿Aló?! ¡No se escuchai nada!.. ¡¿Aló?!. ¿Quién del otro lado?-… Padre Maracucho:-¡Primito! ¡Cómo estáis voz!, contáme.. ¡¿cómo te fue con los cobres del trabajito ?! ..-… Padre Maracucho:-¡¿Cómo? ¿Problema con el cheque?.. ¿Qué no tenía fondo? ¿Estáis seguro? ¿no será una vaina de la firma primo..?Hijo maracucho: - ¡Papá, papá papá!
Padre Maracucho: - ¡¿Pero estáis seguro de eso primo? ¿No será la firma? ¿Estáis seguro que no es la firma?..Hijo maracucho: - ¡Papi! ¡papá! ¡papá! ¡papá!….Padre Maracucho: - ¡Julito mijo quedáte quieto!Hijo maracucho: - ¡Papá! ¡papi! ¡papá! ¡papá!Padre Maracucho: Pero eso si estái extraño, dejáme que hablo con el cumanés y te llamo, chino.
El hombre extrañado cuelga el teléfono y queda pensativo. El pequeño niño con gritos ultrasónicos que podrían llegar hasta capa de ozono y destruirla por completo sigue llamando a su padre, pero el hombre voltea despreocupado, taciturno y mirando a su hijo.
Padre Maracucho: - ¿Qué pasó Julito?Hijo maracucho: - ¡Papi! ¡papi! ¡verda que me vais a comprar un carro así como ese pero de los Power Ranger!. ¡¿verda papá?! !¿verda verda?!. Padre Maracucho: - Si, Julito uno igualito.
En eso veía por la pequeña ventana del autobús, pasar el carro que quería Julito: Un mustang GT negro del 2005 de los que por cierto sólo he visto 2 en toda mi vida transitando en Caracas. Imaginaba por un instante aquel hermoso auto llevar el emblema de los Powers Ranger suplantando al caballito que identifica a este modelo. Al cabo de unos minutos el hombre maracucho recibe otra llamada.
Padre Maracucho: - ¡¿Aló?! ¡¿Aló?! ¡Cumanés! ¡Mi chino que no se te escuchái nada por este teléfono!... ¡Alo mijo cómo estai la cosa ya voy llegando, aquí te tengo los papeles, chino ¿para cuando estarai eso listo?... agilizáme eso compadrito, que estoy con un pie en Caracas y otro en Cabimas… ¡Aló! ¡Alooo!
El niño un poco distraído con un malabarista callejero jalaba la camisa quizás XXL de su padre esperando un poco de su atención.
Hijo maracucho: -¡Papi! ¡papi! ¡mirá papi el hombre como tirá las pelotas al aire! ¡Papá mirá, mirá¡…
El pequeño niño seguía gritando mientras dejábamos atrás el malabarista callejero, el niño hacia breves pausas de silencio -que valoraba yo tanto como la vida misma- estos momentos se debían gracias a un pequeño termo con figuras alusivas a los “Power Ranger”; en el que por medio de un delgado pitillo azul, absorbía una bebida que al cabo de un rato llegue a suponer que era una sustancia súper energética; como Red Bull o quizás jugo de guaraná con ginebra y cocaína. En segundos volvía a gritar llamando la atención de todos menos la de su Padre. El hombre hablaba por teléfono y el pequeño niño intercalaba sus gritos con sus travesuras infantiles. Otro infante sentado un puesto mas atrás lo miraba mientras Julito tomaba un pequeño creyon verde y hacía garabatos en el respaldar del asiento delante de él, de lo que parecía dibujar el carro de “Hulk” . El padre mientras tanto procuraba seguir su conversación telefónica.
Padre Maracucho: - ¡Cumanés primo! ¡Que no se escuchai bien!
Hijo maracucho: - ¡Papá! ¡Papá! ¡Mirá mi carro papá! ¡papá! ¡papá! ¡papá!..
Padre Maracucho: - ¡Sí, Julito ya lo ví!.... Cumanés primo entonces esas placas estarían listas para cuando..
Hijo maracucho: - ¡Papi! ¡mirá! ¡mirá!, ¡verdad que el mió es mas rápido que todos! ¡¿verda papá?! ¡¿verda?! ¡papá pero miraaaaaaá!
Padre Maracucho: - ¡Síí Julito por la chinita querida! Quedáte quieto hijo por favor… ya sabeis cumanés son las dos placas, la del fiat de mi señora, y la mía de la picot, tú sabes…
Hijo maracucho: - ¡Papaaaa! ¡papi! ¡mirá! ¡Pero miraá papá! ¡Mirá mi carroo! verdad que el mío es más más rápido que el tuyo ¿papa? ¡¿verda?! ¡¿verda?!
Padre Maracucho: - ¡Por amor a Cristo Julio francisco! ¡Ya te dije que sí!, ya lo ví, esta macheterico tu carro, dejáme hablar con el cumanés para que también le saque las placas a tu carrito. Cumanés primo habla con García que ese es llave, llave del hermano de mi señora ese no va a venite con vainas.
El niño seguía haciendo figuras infantiles, alternándolas con sus gritos ahora supersónicos. El Maracucho no parecía incomodarse mucho por los gritos de su pequeño hijo ya que hablaba casi tan alto como él. De momento creí que se viaje sería interminable y agotador, pero mi atención como siempre despistada y distraída me introdujo en un loop mental de cómo, cuándo y porqué un niño tendría tanta energía. Seguramente -pensaba yo- que hubiera podido fundir algún reactor nuclear activo absorbiéndola por completo. Estuve incluso tentada a preguntar que bebía en su pequeño termo. Mi atención y mis ojos perdidos en el niño volvieron en sí, cuando me di cuenta que Julito me miraba haciéndome caritas y muecas con la boca. Estuve apunto de responderle igual pero pensé enseguida que eso alteraría su furia infantil y aumentaría considerablemente sus energías. Luego el niño parecía disminuir su ánimo ahora no tan eufórico.
Hijo maracucho: - Papi …quiero hacer pus.
El padre enseguida perdió el hilo de la conversación
Padre Maracucho: - Julio Francisco porqué no fuiste hacer en el Mcdonald Hijo maracucho: - ¡Porque no tenía ganas papá! ¡Papi tengo muchas ganas! quiero hacer pus..
El hombre procuraba acabar su conversación mientras Julito arrugaba sus pequeños ojos mientras sus grandes y pomposos cachetes parecían enrojecer.
Padre Maracucho: - Te dejo cumanés que estoy aquí con el niño. Entonces nos vemos más tarde, agilizáme eso, chino.
El pequeño niño ahora más insoportable que nunca gritaba que tenía muchísimas ganas de hacer “Popó”. El hombre en aquel atolladero y el autobús avanzando apenas unos pocos metros en el tráfico no le quedo de otra que bajar. Todos en el autobús sentimos un alivio y una paz que podía reflejarse en las caras de los pasajeros. El niño aún gritando volteaba la cabeza y me hacia caritas al igual que a otro niño sentado un poco mas atrás. El maracucho paga el pasaje y en medio de los gritos de Julito, se escucha un estruendoso sonido que pudo escucharse hasta los últimos puesto.
Julito no sintió vergüenza alguna, miró a su padre y con una carita de alivio y sonrisa pícara sólo dijo: - ¡me tiré un peito papi! El maracucho bajó apresurado, y todos en el autobús seguramente dábamos gracias Dios o a la Chinita misma que las ganas de Julito no hubieran ido más allá de un pedito.

0 comentarios: